Infundir miedo siempre ha sido una
forma de controlar a las sociedades. "Cuidado, que vienen los comunistas
filoetarras a comerse a nuestros niños" forma parte de esa política
populista de mensajes simplones en tono paternalista que toma a los votantes
por mentes infantiles.
Es esa política que busca crear una
falsa dicotomía categorizando además a personas con distintas sensibilidades al
meterlas en un mismo saco. "O ellos, que vienen a destruir nuestra
identidad, o nosotros, los únicos que te vamos a proteger de ellos y conservar
el status quo."
Es esa política que, con
calificativos ya excesivamente prostituidos y que repiten como loros, trata de
crear un juicio sobre unas siglas o personas para invalidar cualquiera de sus
propuestas o discursos. "Falacia ad hominem" se llama.
Cierto sector de la derecha, no
toda, siempre ha tirado de ese recurso, eso sí, vestidos de domingo para
intentar disfrazar lo barriobajero y perfumándose con fragancias para intentar
camuflar el olor a chabacanería. Incluso
para insultar hay que tener elegancia.
Cuando hablan de tradiciones no
sabemos muy bien a que se refieren, si solamente a las que ellos practican
cuando hay foto o todo el mundo tiene derecho a las suyas. Igualmente con los usos tradicionales del
campo, ya que es público y notorio lo tradicional que es arrancar frutales en
producción para plantar una macroplanta fotovoltaica, valga la redundancia.
Sorprendentes son las revelaciones
que se hacen de la "izquierda radical oculta".
¿Cuándo hemos ocultado el apoyo de los diferentes partidos? Más bien al contrario, siempre lo hemos reivindicado,
junto con el municipalismo y nuestra independencia para no depender de
estructuras casposas y trasnochadas repletas de vividores de lo público.
Si así es como va a empezar la
campaña, por favor, no cuenten con nosotros, vamos a estar muy ocupados
exponiendo nuestros proyectos de futuro, racionales y reales.