Con la amenaza permanente de
lluvia que incluso obligó a sacar en algún momento los paraguas, la joven
Valeria MarÃn Magdalena fue proclamada en la noche de ayer Reina Mayor de las
Fiestas Patronales de Segorbe que se prolongarán hasta el dÃa 10 de septiembre.
La
alcaldesa de la ciudad, Mª Carmen Climent fue la encargada de imponerle la
medalla acreditativa de su cargo, y la reina saliente, Carmen Gómez, le colocó
la banda roja, propia de su condición.
A
pesar del tiempo el acto, celebrado en el templete del recinto del Botánico Pau
resultó multitudinario con la presencia de representaciones festivas de otras
poblaciones de la Comunidad Valenciana, como reinas y falleras de Nules,
Valencia, Picanya, Chilches, Benicasim, Villareal, Sueca, AlmedÃjar, Navajas,
Jérica, Soneja, Oropesa, AlquerÃas del Niño Perdido, Denia, Torrent, Vall d'Uixó,
Alcira, Burriana, Sagunto, La fallera mayor de Torrent, Alicante, la Fallera
Mayor de Valencia, la reina de las Fiestas de Castellón, la Falla Plaza del
AlmudÃn de Segorbe, asà como instituciones como la Diputación de Castellón, la
localidad francesa de Andernos Les Bains, hermanada con Segorbe y muy
especialmente la Comisión de Toros de Segorbe que como es habitual desplegó a
todos sus componentes para regalar a las jóvenes de la Corte de Honor, reinas
2022 y 2023, alcaldesa y mantenedor, garrotes tÃpicos de la artesanÃa local y
el pañuelo de la propia comisión. Entre los invitados institucionales se
encontraban Vicente Dominé, Secretario Autonómico de Infraestructuras y
Transporte; Miguel Barrachina Sindico
del Grupo Parlamentario Popular en Las Cortes Valencianas, Héctor Folgado.
Vicepresidente 3º de la Diputación provincial y Raúl Bel, Teniente de la
Guardia Civil.
En
su discurso de investidura, la nueva Reina Mayor de las Fiestas quiso mostrar a
todos los asistentes "nuestra esencia más pura" que fue desgranando tras
preguntarse "¿qué es realmente ser segorbino?", visto desde la perspectiva de
una estudiante de tercer grado de historia estudiando en Orense, con la
añoranza de estar fuera de Segorbe tan sólo compensada por el cariño que
recibió de un grupo de gallegos. Asà "Para mÃ, resaltó la reina- ser segorbino
es hablar con orgullo de nuestras gentes y nuestra ciudad allá donde estemos.
Ser segorbino es admirar y valorar nuestro patrimonio e historia. Ser segorbino
es emocionarse al entregar flores a nuestras patronas durante las ofrendas. Ser
segorbino es bajar religiosamente todos los años las escaleras del Manantial de
la Esperanza para beber de sus aguas cristalinas. Ser segorbino es lucir
nuestro precioso traje regional. Ser segorbino es ver la subida del Rialé
durante la semana de toros. Ser segorbino es decir que en la Entrada «nunca
pasa nada». Ser segorbino es desfilar y llenar de júbilo nuestras calles con
los pasacalles de garitos"
Por su parte, el mantenedor, David MontolÃo, tras recordar que ya
fue mantenedor de la reina infantil hace diez años, dijo en clave algo
nostálgica: "Pasearé
por tus calles y plazas, por tus gentes amables, por los que nos sonrÃen cada
mañana al tomar un café o para los que no lo hacen nunca, pero nos dirigen la
mirada con amabilidad. Estaremos pendientes de si por fin llueve o hace calor,
si la cosecha de olivas va ser buena o mala, si en aquella casa nace uno y si
en la otra se va otro para arriba. Y, a pesar de todo, como me han enseñado mis
padres, que yo también los tengo y sufren por mÃ, lo voy a hacer como lo hago
siempre, colocando el corazón en la mano, y abriendo mi alma con una sonrisa.
Pues, como decÃa Chaplin, "mirando de cerca, la vida es una tragedia; vista de
lejos, parece una comedia".
Finalmente
la alcaldesa, Mª Carmen Climent, con los saludos de rigor, se dirigió a la
nueva Corte de Honor, indicando que "Todas y cada una de vosotras sois las
verdaderas protagonistas, continuadoras 4 de un noble linaje, mantenedoras de
valores y profundas raÃces segorbinas. Podéis sentiros muy orgullosas porque ya
formáis parte de la historia de Segorbe, porque sois de la ciudad del cielo abierto
y vida calmada, de la emoción y la alegrÃa, de historias contadas en cada una
de sus calles y de sus rincones, donde todos creamos recuerdos para llenar el
alma.
Un ramillete de fuegos artificiales puso el punto final al acto de
proclamación que se prolongó hasta las dos de la madrugada.