Pere Ferrer Menos mal que en estos tiempos oscuros de crisis agudizadas por y post pandemias nos tiene que servir de consuelo que los gobiernos de acá y acullá sean progresistas y de izquierdas, porque a tenor de los datos diríase, según los propios que nos gobiernan, que las estadísticas son tan dolorosas como los mandatos de la derechona capitalista y reaccionaria.
A mí, a estas alturas, no me busquen filiación política ni ideológica, hace tiempo que me considero más próximo de aquellos que solo piensan en atender la gestión que de aquellos otros que, por ponerles etiquetas a su labor, se demoran en sus plazos.
Y por qué les digo esto. Porque se disparan los desahucios en España un 13,4% en el primer trimestre del año, respecto al mismo periodo anterior. Por impago de alquileres o por ejecución de hipotecas un total de 10.961 familias ya están abocadas a ese drama.
O quizá les digo esto del valor de la gestión, también, porque siete de cada diez de las más de 1,32 millones de solicitudes presentadas en el primer año de vigencia del ingreso mínimo vital han sido rechazadas. O porque la media de espera para solicitar, en nuestro territorio, la ayuda a la ley de dependencia no baja de los dos años.
¿De verdad se merecen las personas que nuestro sistema sea tan lento, tan ineficaz? Y ante esta situación desesperante que para algunas familias se convierte en un infierno ¿qué les recomendamos? Que el demandante de ayudas sea paciente y aspire, además, a ser longevo. ¡Triste consuelo!
Y que tenga que venir Europa, el dinosaurio burocrático, a decirnos que ante el ‘maná’ en forma de fondos de recuperación que llegará, aliviemos la carga administrativa… ¡Cómo nos habrán visto para tener que decirlo!
Por no hablar del ridículo y lo desafortunado de las declaraciones ministeriales ante los nuevos horarios tarifarios de la luz… ¡Qué vergüenza! Y claro, no es competencia del Gobierno, ni se plantean, cuanto menos, rebajar el IVA de la tarifa, ni está contemplado bloquear las ‘puertas’ para que dejen de ser ‘giratorias’… En fin, mucha política, eso sí, de segunda división, en gobierno y oposición y poca, muy poca gestión.
Tener que pedir una ayuda, en cierto modo, ya es un fracaso social, concederla en tiempo y forma, no es mérito de la administración de turno, es su responsabilidad.
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