Hector Gónzalez Cada cierto tiempo le lanzan la pregunta y él responde con evasivas. El alcalde de Valencia, Joan Ribó i Canut, tendrá 75 años el último domingo de mayo de 2023, cuando se celebrarán las próximas elecciones locales. Con una edad menos provecta, quizás no le cuestionaran tanto si seguirá o no. El pasado mandato ya surgió el interrogante y lo aclaró a falta de un año. En este emerge con más motivo por el paso del tiempo. Sobre todo a partir de ahora, que ya hemos superado el ecuador de su segundo mandato. Quedan menos de dos años para las próximas elecciones municipales.
¿Y a quién le importa que Ribó continúe o no? Para el ciudadano de a pie creo que resulta más transcendente que la recogida de basura se realice puntual, que no le suban el IBI, que su calle disponga de la suficiente iluminación, que no le compliquen más el tráfico o que el autobús de la EMT pase por la parada próxima cada poco tiempo. Por tanto, que Ribó repita como candidato constituye un hecho circunstancial.
En cambio, para sus propios compañeros de Compromís y para sus rivales políticos la decisión de Ribó adquiere una relevancia enorme. Para los primeros, quienes forman parte del equipo de gobierno, que la candidatura la encabece el alcalde supone contar con bastantes opciones de proseguir en sus puestos municipales, con el poder, la relevancia social y el sueldo que conllevan. A alguno comprendo que le entren sudores fríos de solo pensar que no mantendrá ese estatus. Si el primer edil anuncia que no continúa abrirá un debate en su formación y una pugna por ver quién va en la lista (primarias mediante) y saber quién la encabeza. Porque aspirantes de Compromís a relevarlo no faltarán. Otra cuestión consiste en que logren repetir sus resultados.
Y para los rivales, incluido su socio de gobierno, el PSPV-PSOE, también resulta fundamental disponer con tiempo de la información sobre quién liderará la candidatura de Compromís. No es lo mismo enfrentarse a un rival conocido y estudiado, con sus fortalezas y debilidades, que hacerlo a uno nuevo. También las probabilidades de vencer podrían incrementarse. Incluso le daría mayores oportunidades a la socialista Sandra Gómez de que su partido le permita una intentona más para ser alcaldesa si el alcalde se retira.
Decida lo que sea Ribó, y le influya más o menos lo que le pidan sus compañeros de Compromís, personalmente, como habitante de Valencia, me da exactamente igual que lo anuncie ahora o seis meses antes de las elecciones. Su segundo mandato concluirá, de una forma u otra, en junio de 2023, cuando se convoque el pleno para configurar la nueva corporación y, de entre ella, escoger a la persona que la dirigirá desde la alcaldía.
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