Una persona saca dinero de un cajero automático. La Audiencia Nacional ha condenado a cuatro años y medio de cárcel a un hacker ruso que creó un programa malicioso con el que desde su casa en Alicante infectó los ordenadores de bancos de varios países en 2016, lo que le permitió extraer casi cinco millones de euros de cajeros automáticos.
La sentencia es fruto de la confesión de D.T., que aceptó en el juicio la pena de tres años de prisión por un delito de estafa informática con la circunstancia atenuante de confesión, además de seis meses por integración en grupo criminal, otros tantos por falsedad en documento público y seis más por blanqueo de capitales. Por este último delito se le impone además el pago de una multa de seis millones de euros.
Los magistrados señalan que el origen de la causa es un aviso de las autoridades belgas sobre la existencia de una organización dedicada a la extracción fraudulenta de dinero en entidades bancarias de distintos países.
El tribunal declara probado que los integrantes de la organización entraban en el sistema informático de los bancos a través de programas maliciosos "preparados a tal efecto" que introducían mediante el envío de correos electrónicos a trabajadores de la entidad bancaria, simulando hacerlo desde compañías legales con las que trabajaban.
Así, cuando el empleado abría el correo el programa infectaba el sistema informático de la entidad, lo que les permitía controlar las cuentas bancarias y los cajeros automáticos de forma remota.
De manera coordinada, apunta la resolución, extraían dinero de los cajeros al enviar órdenes a distancia para que a una hora determinada dispensaran dinero, que era recogido por "mulas" (personas encargadas de ello).
Con este sistema, denominado "Cobalt", el tribunal afirma que consiguieron hacerse con "diversas cantidades" en bancos de diferentes partes del mundo.
En concreto, D.T., en colaboración con otras personas, logró introducir el programa malicioso en el banco First Commercial Bank de Taiwán.
La sentencia expone que los días 9 y 10 de julio de 2016 varias personas que se habían desplazado hasta Taiwán realizaron diversas extracciones en efectivo en cajeros de la entidad por importe superior a 2,6 millones de dólares americanos, que fueron recuperados por las autoridades locales.
En otras operaciones en las que llevó a cabo el mismo modus operandi, este hacker realizó ataques a entidades bancarias de Azerbaiyán, Bielorrusia, Rumanía y Kazajistán de los que obtuvo cuantiosas cantidades en efectivo.
Según el tribunal, el acusado actuaba desde España y colaboraba con otras tres personas que se encontraban fuera del país y que usaban identidades falsas.
Las cantidades obtenidas ilegalmente eran repartidas entre ellos, aunque una parte se utilizaba para pagar el trabajo de otras personas, como los proveedores de material y servicios informáticos y las organizaciones que se encargaban in situ de sacar el dinero de los cajeros controlados.
Por su parte, la pareja del condenado ha aceptado una pena de seis meses de cárcel y una multa de 300.000 euros por un delito de blanqueo de capitales al colaborar con la organización.
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