Mª Carmen Muñoz Barreda, portavoz de Compromís Caudiel “De la tierra no se puede vivir” es
un mantra que te repiten cuando llegas a una zona rural para dedicarte al
cultivo del campo o al pastoreo de animales. Una afirmación “fake” que te
lanzan, pretendiendo bien aconsejar. Lamentablemente hay pocos ejemplos notorios
de que sí se puede, por lo invisibilizados que están.
Nuestro territorio está lleno de
bancales abandonados y corrales caídos, perfectamente visibles tras el incendio
de este verano, construidos por nuestros antepasados con la técnica de la piedra
seca, y Km de acequias inservibles porque se han dejado de utilizar. Todo ello
es patrimonio de nuestra cultura, un legado prestado que no estamos cuidando
para quienes vienen detrás.
Y un día, nuestro monte empieza a
arder, y no lo pueden parar. Se queman 19.500 hectáreas, o 150, qué más da.
Comienzan los lamentos y de nuevo los mantras: “el monte hay que limpiarlo, es
un polvorín”, “el monte ha de ser monte”, “los incendios forman parte de su
ciclo”.
Aplaudimos a quienes otorgamos la
heroicidad por hacer su trabajo, les felicitamos con palmaditas en el hombro y
los invitamos en los bares. Qué a salvo nos sentimos cuando llegan brigadas,
bomberos, UME, con sus mangueras, camiones o helicópteros a apagar esos
incendios. Son ya nuestra última esperanza. ¡Gracias!
¿Y quién aplaude a los agricultores?
¿A cuántas pastoras se agradece su papel en la prevención de incendios? En
nuestras escuelas rurales ya no se ponen en valor estas profesiones, social y
familiarmente se consideran oficios sin futuro, “porque no dan de comer” ¡Qué
valiente es la ignorancia!
Nuestros pueblos deberían tener
pastores y agricultoras, contribuyendo a mantener desbrozados los campos, sobre
todo, los más próximos al casco urbano, para que no se propague el fuego, como
ocurrió en este último incendio de Caudiel. Se les debería reconocer y
facilitar su labor de prevención en lugar de denigrar, en las distancias cortas
de los bares, a quienes siguen trabajando por el bien común.
Los vemos pasar con sus rebaños, en
sus huertos, con sus tractores, vendiendo cereza en sus casas. Gracias por
dedicaros ya sea de forma marginal o profesional al cuidado de nuestros campos.
Cuando lo hacéis estáis cuidando nuestra tierra y nuestro pueblo, Caudiel.
¿Y nuestro Ayuntamiento? ¿Seguirá
poniéndose de perfil ante el continuo abandono de nuestros campos? ¿Seguirá
desoyendo nuestras propuestas? ¿Es que habremos olvidado que sólo la tierra es
lo que nos permite vivir?
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