Laura Chulià Resulta curioso el perfil que el presidente del Gobierno tiene en sus redes sociales y más concretamente la amplia red de haters que se concentra en Twitter –ya lo decía Alejandro Sanz: «Para poder desahogarnos, hemos inventado Twitter»—.
La cuenta muestra una breve descripción sobre Pedro Sánchez. «Presidente del Gobierno de #España. Padre. Secretario Gral del @PSOE. Trabajamos por instituciones dignas, la igualdad y la justicia».
Si analizamos más detenidamente su descripción veremos que, en primer lugar, se considera presidente del Gobierno de España. Es verdad porque, le guste o no, es el presidente de todas y cada una de las personas que convivimos o intentamos convivir en paz en este país.
Lo malo es que a veces se le olvida, pese a tenerlo fijado en su perfil. No parece preocuparle –ni inmutarle— que, según el CIS, el 51,4% de los españoles encuestados creía ya antes del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que el Gobierno debía suspender los actos públicos con aglomeraciones de personas para evitar contagios.
Impelido por sus socios de gobierno, y en connivencia con ellos, prefirió seguir adelante con sus hitos ideológicos antes que seguir las recomendaciones sanitarias.
En segundo lugar, asevera con rotundidad «Padre». Bien, está orgulloso de haber vivido una de las experiencias más bonitas y pletóricas que nos puede dar la vida. Ahora, es curiosa esta breve referencia a su vida personal, donde incluye el orgullo paternal, pero deja atrás la satisfacción de seguir al lado de la mujer con quién las engendró. ¿Curioso no?
Y lo es porque más abajo habla de igualdad, sin embargo, para qué hablar de su mujer o de su papel como compañero de su vida… Igual es por ocultar cualquier referencia a su esposa, máxime después de las noticias publicadas el pasado mes de julio sobre su participación en los másteres de la Complutense ligados a la Agenda 2030 cuyo pin publicitario luce reluciente nuestro Presidente.
Pedro Sánchez se describe como Secretario Gral del @PSOE. Una mala noticia para socialistas históricos que tanto han luchado y luchan por el progreso social de forma moderada y desde un prisma de centro izquierda defendiendo una alternativa de gobierno experimentada y formada para capitanear el rumbo de España. Y digo esto porque, tal y como nos informaban tras su elección, los propios medios destacaban «será el primer líder de los socialistas elegido en democracia que no es diputado».
No podía medirse cara a cara con el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Ni falta que le hacía porque en su hoja de ruta siempre estuvo la moción de censura, el asalto al poder por las bravas, sin importarle los socios, ni las consecuencias. Eso sí, prometiendo elecciones que no tuvieron lugar hasta prácticamente un año después.
Y ya como colofón destaca en su perfil «Trabajamos por instituciones dignas, la igualdad y la justicia», esto es, como decimos los valencianos: el terratrèmol final.
¿De verdad nos demuestra que trabaja por la Justicia atacando directamente su pilar más básico como es su independencia del resto de poderes del Estado? Así es el hater de Pedro Sánchez. Alguien capaz de sacar pecho por la justicia, poniéndose su venda en los ojos, pero no precisamente para garantizar que es ciega, sino todo lo contrario, pretendiendo además coger su balanza y su espada como ariete dejándola desprovista de cualquier atisbo de sus valores fundamentales. Sólo persigue convertirla en el juguete de la Presidencia del Gobierno o, más bien, de la Vicepresidencia.
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