Chelo Poveda Es preocupante como muchos de los consensos sociales que hasta hace bien poco sostenían nuestra sociedad en sana convivencia se están deteriorando. Hasta hace bien poco el asesinato de mujeres era violencia machista; hasta hace bien poco señalar a inmigrantes como delincuentes era racismo; hasta hace bien poco atacar a homosexuales era homofobia. Y lo sigue siendo para gran parte de la sociedad, sin embargo, para unos pocos, destruir estos consensos y enfrentar a la gente se han convertido en su bandera.
Claro está que habló de los radicales de extrema derecha del aguilucho y de la derecha que diciéndose de centro cobija esos discursos bajo el ala de sus gaviotas. De pájaros y aprovechados parece que va el asunto, de la máxima de que a río revuelto de odio ganancia de pescadores de extrema derecha.
Pero como no puede ser de otra manera, quienes tenemos firmes convicciones democráticas, quienes defendemos los valores (y preceptos) humanistas de la Constitución y la Declaración de los DDHH, tenemos un arma muy poderosa: el discurso de la convivencia.
El feminismo busca a través de la igualdad la convivencia en paz, porque la desigualdad es opresión. No sé puede convivir con quién paga menos por ser mujer, con quien te relega al hogar y minusvalora tu esfuerzo e inteligencia o con quien te maltrata y te mata. Es así de simple, eso no es convivir. De igual manera, debemos poner en valor la diversidad de una sociedad globalizada en la que en cada ciudad y en cada barrio convivimos diversas culturas. La clave es saber convivir, enriquecernos mutuamente y tener empatía con quién lo ha dejado todo atrás huyendo de la pobreza o la guerra. Culpar a la inmigración de la delincuencia es racista, sin paños calientes, porque es obviar los datos de delincuencia y es atacar a esa gente por lo que son dejando de lado que lo que hacen es trabajar, pagar impuestos y pensiones. Atacar a menores no acompañados es repugnante, y si Dios existe, ese Dios al que rezan con tanta pasión, los condenará. Mientras tanto, nosotras, los combatimos. Los delincuentes que hacen verdadero daño social tienen nombres y apellidos compuestos y a veces vienen de muy buenas familias. Y respecto a los derechos y libertades del colectivo LGTBI, que pusieron a nuestro país a la vanguardia de la conquista de derechos, decir que no daremos pasos atrás. Que las personas puedan amar en libertad es algo que no van a poder cambiar en este país, algo que se debe defender con uñas y dientes.
Poder vivir en paz, que no nos maten, que nuestra opinión se oiga, que se compartan experiencias, que aprendamos de otras culturas y otras culturas de la nuestra, que podamos amar en paz, besarnos en la calle con pasión y no con miedo, que podamos llevar una bandera arcoíris en la muñeca y solo nos lleguen miradas cómplices, que un tatuaje feminista no haga que te llamen zorra, que caminemos tranquilas por la calle... Convivencia contra el odio. Convivencia, tolerancia y respeto a los derechos. Esa es la única vía para una sociedad mejor.
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