Ana Bru El Plan General de Alboraia lleva gestándose desde 2007. Desde entonces se ha adaptado no sólo a los cambios legislativos, sino también a un cambio de paradigma importante: hoy los pueblos ya no necesitan crecer para ser “grandes”, necesitan consolidar sus servicios y ofrecer una exigente calidad de vida a su ciudadanía.
Una calidad que viene determinada por su entorno y que nace de compactar las zonas urbanas y sus servicios, de manera que cada barrio tenga todo lo necesario a no más de 15 minutos andando. Se exige que se tenga muy en cuenta la perspectiva de género, la accesibilidad y la sostenibilidad en el diseño de los barrios y sus comunicaciones, y que los pueblos posean los espacios abiertos adecuados.
Con estos mimbres legislativos y conceptuales, gracias a varias exposiciones al público de las distintas versiones del Plan General de Alboraia y de su Casco Histórico, tras muchos debates y un trabajo ingente para intentar reflejar todo lo aportado desde la ciudadanía y las administraciones, podemos aseverar que el Plan se ha transformado radicalmente.
Así pues, esta última versión del Plan (de acuerdo con el Plan Territorial de la Huerta) protege todo nuestro entorno, llegando hasta el 75% del término municipal, y se limita la nueva ocupación de terreno para suelo urbano a menos del 2%, casi la mitad de lo que le permite el PAT.
Y a pesar de ello, el Plan consigue situar en el núcleo tradicional las dotaciones escolares (el tan esperado instituto público, el nuevo CEIP Ausias March, y espacio para renovar el centro concertado del Patronato) espacio para viviendas futuras (un 30% de las cuales obligatoriamente han de ser VPO) además de proteger el patrimonio del Centro Histórico, con la necesaria flexibilidad para hacerlo habitable.
Además, este Plan delimita los 80.000m2 de parques públicos que la ley nos exige, se obtendrían mejoras en las comunicaciones con la playa y la ordenación de los sectores costeros ya urbanos, permitiría mejorar las dotaciones de colegios, ambulatorios, espacios abiertos... y también allí se incluirían un 30% de viviendas VPO. Todo ello, insisto, sin agotar el espacio que los planes territoriales autonómicos nos asignan para crecer en los próximos 20 o 25 años.
A pesar de recoger todas las exigencias que estudiamos en su día con Compromís y ser más estrictos en ocupación que las leyes de protección de la huerta y los planes territoriales aprobados en las Cortes Valencianas, a pesar de haber expuesto el Plan antes de las elecciones municipales (y ganarlas) y proponer aceptar muchas de las alegaciones de la ciudadanía interesada, el Plan no obtendrá los votos de la oposición.
Tal vez las presiones de algunos propietarios hayan hecho mella en su ánimo o tal vez les sirva de excusa ampararse en la falacia de una “inasumible” ocupación de huerta que sin embargo, no era obstáculo cuando impulsaron y votaron a favor del PAT de la Huerta Valenciana y la Ley 5/2018 de la Huerta. Tal contradicción es difícilmente asumible y augura un final inmerecido a tan largo proceso de adaptación y mejoras del PGOU de Alboraia, que quedará en nada.
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