Eduardo del Pozo Querol En España el gasto público supone el 52% del PIB y, por la maldita pandemia, ha caído un 11,2 %. Siempre, pero, sobre todo, en época de crisis, lo mínimo que podemos exigir a un gobernante es el control del gasto público. En la Comunidad Valenciana hemos tenido un caso sonrojante por los errores en cadena de falta de análisis, previsión y cálculo, que nos han supuesto un coste innecesario con los llamados hospitales de campaña.
Tenemos hospitales privados en las tres provincias y, en concreto en Castellón, el de campaña está a 150 metros del centro privado, pero sus extraordinarias instalaciones y servicios médicos no fueron requeridos. Quizás el Gobierno valenciano de izquierdas, por pura ideología, no podía apoyarse en el sector sanitario privado y prefirió demostrar la capacidad de gestión de lo público.
El gasto exacto con sus costes directos e indirectos no lo sabemos, pero sí que todos los valencianos nos gastamos 16 millones de euros en hospitales de campaña y, de regalo, tenemos ahora un pleito de 6,5 millones en los juzgados con una empresa privada en concepto de suministros y material de alquiler para los mismos.
Los hospitales de campaña no es que estén infrautilizados, sino que, cuando podían haber sido necesarios, estaban en construcción y, mientras, los hospitales privados tenían camas vacías. Y, ahora, o se los lleva el viento o no son necesarios ni se pueden utilizar, aunque sí, eso sí, siguen generando gasto público.
Los partidos del Botànic, lo de gastar el dinero de todos lo tienen hecho, pero, bueno, nuestras ciudades están muy bien señalizadas. Imposible perderse, señorías de Compromís, han señalizado ustedes hasta el asfalto. La pena es que mucha gente se pierde porque no sabe valenciano, pero es que ustedes también "se pierden" por otras comunidades autónomas, como cuando durante media hora dijeron que el Mercat Central de València está en los Països Catalans.
Por todo esto y mucho más, quejas ninguna, no sirven para nada y debemos reconocer nuestro fracaso colectivo. Seamos liberales en sentido amplio, no sigamos siendo un país con más del 80% yendo a las urnas a piñón fijo, ¡basta ya! con la excusa del "y tú más", porque TENEMOS LO QUE VOTAMOS. Si ellos saben que sus políticas de diferenciación y de división social dejan de tener éxito, seguro que la democracia representativa tendrá la utilidad que queremos y el gasto público lo mirarán con lupa, porque sabrán que la factura la pagarán en las urnas.
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