A nadie se le escapa el grave deterioro que está experimentando la Tierra, debido a las múltiples y variadas agresiones a las que se ve sometida por parte de quienes, paradógicamente, la habitamos y desarrollamos en ella nuestra vida, contribuyendo a crear un medio ambiente nefasto y contaminado, que me ahorro describir, ya que es de todos conocido.
La Unión Europea viene propugnando, desde hace tiempo, distintas normas de protección del medio ambiente a fin de conseguir un desarrollo equilibrado y sostenible, que satisfaga las necesidades actuales de las personas, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas, intentando así aminorar el impacto ambiental que produce la acción humana en el medio ambiente, contaminándolo con la expulsión a la atmósfera, al agua o al suelo de gran cantidad de sustancias nocivas, tóxicas, vibraciones, calor o ruido en exceso, que lo deterioran continuamente.
En este contexto surgen “las buenas prácticas ambientales” que nos inducen a REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR (las famosas “tres erres”) y que en definitiva pretenden reducir el consumismo superfluo y desaforado, la reutilización y el empleo de productos usados (2ª mano) y reciclar, transformando los residuos, dentro de un proceso de producción creativa, para volver a usarlos otra vez, y así mejorar sustancialmente nuestro entorno vital.
Llegados a este punto, observo un paralelismo entre el deterioro de nuestro Planeta en los últimos decenios, con el deterioro paulatino que está sufriendo nuestro sistema político, desde la Transición hasta aquí, en especial, en la Comunidad Valenciana ya que me pilla muy de cerca.
Muchos Partidos e Instituciones están contaminados por la corrupción, el nepotismo, el amiguismo, el hermanismo… lo cual crea en la sociedad civil gran desasosiego, recelo y desapego por lo público, un déficit institucional y, en definitiva, RECHAZO, REPUDIA y, como mal menor, RESIGNACIÓN.
El paralelismo del que hablo, precisamente está en la aplicación de las “tres erres medioambientales” a nuestro sistema político:
REDUCIR empresas públicas diversas, creadas "ad hoc", para dar cobijo a enchufados de mediocre intelecto, a estómagos agradecidos, a organismos duplicados, lo que vienen siendo chiringuitos políticos, etc. En definitiva, reducir la “grasa” para que no surjan más yonkis del dinero, ni financiaciones ilegales, ni bancos malos, ni aeropuertos sin aviones, ni burbujas inmobiliarias, etc.
REUTILIZAR y volver a poner en práctica aquel consenso de la Transición; ese talante democrático, inteligente, tolerante, conciliador y negociador que se diluyó como agua de mayo, con el paso del tiempo, y que tan bien nos vendría ahora.
RECICLAR viejos y nuevos Partidos, trufados de corrupción y malas prácticas, sin democracia interna de verdad, dados a crear su propio voto cautivo; viejas instituciones obsoletas, diversos organismos consultivos, el Tribunal de Cuentas, CNMV, etc.
Todo esto es necesario para REGENERAR, REFORMAR y READAPTAR la vida política actual en nuestro país - ¡vaya por Dios! otras tres erres - y así construir un nuevo “ecosistema político sostenible” cuyo hábitat sea algo en que puedan confiar nuestros hijos y nietos y en donde puedan desarrollar su proyecto de vida en el futuro con dignidad.
Y aquí, en nuestro hábitat valenciano, en donde predomina "lo alóctono", las malas hierbas invasoras, las plantas rastreras, los endemismos "meninfotistas" que actuan políticamente al dictado de los intereses de sus matrices centrales, la mediocridad política en general.... Alguien tiene que dar ya, un golpe en la mesa, con propuestas ilusionantes, sensatas, contundentes, centradas, aglutinantes y viables para que devuelvan a los valencianos las ganas de seguir luchando por intentar llevar a buen puerto, nuestras viejas pero justas y necesarias reivindicaciones, de sobra conocidas por todos.