Con muestras de tejido congeladoBiobancos. Su nombre suena un tanto abstracto. También su impacto,
la relevancia que tienen, pero son piezas clave en el engranaje de la
investigación biomédica. Plataformas clínicas y científicas desde las que
impulsar la investigación. “Un biobanco es como una biblioteca de muestras
biológicas, ordenadas y clasificadas correctamente. Las muestras serían los
libros que están a disposición de cualquier investigador que quiera
consultarlos, y que contienen como ellos, una información imprescindible,
inestimable y atemporal”. Quienes allanan de esta forma tan didáctica el
alcance y razón de ser de los biobancos son Susana Ors y Marta Meliá,
responsables del Biobanco del Consorcio Hospitalario de Castellón (CHPCS) que
gestiona la Fundación del Hospital Provincial, presidida por el presidente de
la Diputación de Castellón, José Martí.
En las ‘estanterías’ (ultracongeladas a -80º) de esta biblioteca
de la ciencia se almacenan en la actualidad algo más de 5.000 muestras de
tejido congelado de tumores procedentes de excedentes de procesos diagnósticos
o terapéuticos. “Tenemos almacenadas principalmente muestras de tumores de mama
y colon, pero también conservamos de ovario, testículo, hígado, recto, riñón,
piel, vejiga y pulmón, entre otras. Además, este año hemos empezado a recoger
las muestras de ARN excedente del diagnóstico mediante PCR, de las muestras
COVID-19”, explica Marta Meliá.
Aquí se gesta una parte importante de la investigación biomédica.
Aquí aguarda su turno la materia prima en forma de miles y miles de unidades de
muestras biológicas que requieren los equipos investigadores para indagar y
concluir con éxito sus trabajos. Sin los biobancos, la investigación se
detendría o, al menos, vería ralentizado su avance. “Son un revulsivo, un
impulso para la investigación biomédica en la provincia de Castellón y a nivel
nacional”, asegura Carlos Ferrer, director de la Fundación del Hospital
Provincial, que recuerda que el biobanco castellonense, que se ‘alimenta’ de
muestras procedentes del propio CHPCS, del Hospital Universitario La Plana de
Vila-real y del Hospital Comarcal de Vinaròs, forma parte de la Red Valenciana
de Biobancos (RVB).
De lo que se trata es de almacenar en perfecto estado de
conservación muestras biológicas que pueden servir a investigaciones futuras.
Investigaciones no previstas en el momento pero que pueden dar lugar a líneas
esperanzadoras. El ejemplo tácito de que el biobanco tiene un impacto social y
médico directo son los tres proyectos, derivados de la RVB, en los que ha
participado recientemente Castellón aportando muestras COVID-19 y destinadas a
mejorar la detección del virus SARS-CoV-2, apunta Meliá.
Todo biobanco cumple tres criterios estrictos: consentimiento del
paciente, confidencialidad y escrupulosa gestión científica y ética. El proceso
se inicia cuando el donante firma el consentimiento informado de cesión de
muestras para biobanco, y continua cuando acude al hospital para la
intervención. “Se almacena entonces en las instalaciones del biobanco el
excedente del diagnóstico, y en el Sistema de Gestión de la RVB la información
asociada a las muestras, manteniendo la confidencialidad de los datos de
carácter personal (muestras codificadas) y demás exigencias establecidas según
la legislación vigente”, explica la responsable de calidad.
Tan cuidadoso como el blindaje de datos es también el proceso de
almacenaje y conservación de las muestras. Deben preservarse con una calidad
extrema hasta que puedan ser utilizadas. La fisonomía de los 185 metros
cuadrados de superficie en los que se extiende el biobanco castellonense da una
idea de la rigurosidad de los protocolos.
El espacio alberga un Laboratorio de Biopatología Molecular de 170
metros cuadrados donde se ubican los equipos que se utilizan en la preparación
y procesamiento de muestras (centrífuga, pipetas, termociclador, vaso Dewar N2,
extractor de ácidos nucleicos, cabina de seguridad, agitador vortex). Los 15
metros restantes son para una sala con ultracongeladores verticales de -80ºC
donde se guardan las muestras, previamente tratadas con nitrógeno e isopentano
para solidificarlas y preservarlas hasta que sean requeridas por cualquier
centro de investigación del país. Los congeladores están dotados de un sistema
de alarma de temperatura y otro de seguridad de suministro de CO2 para
garantizar temporalmente la temperatura en caso de fallo del sistema.
El Biobanco CHPCS está autorizado por la Dirección General de
Investigación, Innovación, Tecnología y Calidad desde el 10 de diciembre de
2018. Su reto: seguir creciendo y seguir ofreciendo “una mayor variedad de
servicios y muestras a la comunidad científica, e ir incrementando y mejorando
la información asociada a las mismas, para facilitar a los investigadores la
búsqueda de material biológico con los requisitos que sus proyectos necesitan”,
apostilla Ors. Y todo, para cumplir la misión principal del biobanco: ser el
motor que la investigación biomédica necesita para mejorar el conocimiento de
las enfermedades y para alentar tratamientos que redunden en una mayor calidad
de vida de las y los pacientes.
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