Toni Quintana, secretario general del PSPV-PSOE en la comarca y ex Diputado Nacional A nadie se le habrá pasado por alto, que en este tiempo que hemos permanecido confinados en nuestras casas, la respuesta de la naturaleza, ante el descenso de vehículos en nuestras carreteras, ha cambiado nuestro entorno más cercano.
Fuimos muchos vecinos y vecinas, los que al salir a la calle, una vez se permitió por parte de las autoridades sanitarias, nos dimos cuenta de que se respiraba un aire más limpio y hasta incluso el color del cielo era mucho más azul que antes de comenzar la pandemia por el Coronavirus.
Y todo esto, con tan solo 3 meses de confinamiento. Por ello debemos reflexionar como habitantes de un planeta, cada vez está siendo más acusado el cambio climático y sus repercusiones ambientales, sociales y económicas. Si no tomamos medidas urgentes, estamos condenando a futuras generaciones, a vivir en un país o planeta mucho peor del que nosotros recibimos.
En estos días se celebra la Semana Europea por la Movilidad y no podemos dejar pasar la oportunidad de hablar de algo tan importante y que nos va afectar en los próximos meses, como son el avance y generalización del uso de las nuevas tecnologías en la movilidad, que nos hagan más competitivos a la vez de ayudarnos en nuestros desplazamientos. O la emergencia climática, la seguridad o la calidad de vida, que implica una descarbonización paulatina de nuestra economía y formas de transporte. Y también algo que nos afecta por ejemplo como comarca, la despoblación y a la vez, envejecimiento de la misma.
El pasado mes de Julio, el Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Abalos, presento el anteproyecto de Ley de Movilidad sostenible, un nuevo marco normativo, donde se recogerá la movilidad como un derecho, un elemento de cohesión social y a la vez de crecimiento económico que dé respuesta a los retos ambientales, demográficos, urbanos y tecnológicos que tenemos como país en los próximos años. Colocando al ciudadano en el centro de las decisiones y de las futuras políticas de movilidad.
Una ley ambiciosa que viene en línea de las ayudas que se aprobaron por los líderes de la UE el pasado verano.
Los fondos “Next Generation”, deben de suponer una gran oportunidad para adaptar las infraestructuras ya existentes al reto de la movilidad sostenible y la creación de otras, con esa premisa o compromiso.
España debe de alcanzar el nivel de movilidad sostenible, como los países europeos de su entorno, nuevas formas de desplazamiento al trabajo o el ocio son posibles. Nos acompaña un clima excelente y unas infraestructuras muy buenas.
Nuevos elementos y otros no tan nuevos, deben de liderar ese cambio en la movilidad de nuestros vecinos y vecinas. El vehículo eléctrico o la bicicleta son modelos nuevos en el primer caso pero muy conocido y extendido en el segundo.
En el primer caso la tecnología eléctrica está abriendo un nuevo mercado en la industria y una nueva forma de movilidad mucho más sostenible, aunque es cierto que queda por ejemplo, un largo y extenso trabajo de planificación y estrategia, para adecuar nuestras ciudades y pueblos a este tipo de vehículo, faltan puntos de recarga y “Electrolineras” en la red de carreteras que unen las diferentes ciudades y pueblos de nuestro país. Pero me gustaría centrarme en el segundo, la bicicleta, un vehículo económico, sostenible y a la vez saludable 100%. Muchas ciudades españolas han comenzado un trabajo muy interesante para ir implantando este modelo de transporte, Valencia o San Joan Despí son un ejemplo.
Además si tenemos que sacar algo positivo de esta crisis sanitaria, es el cambio en la forma de desplazarnos y la gran demanda por este tipo de vehículo en los últimos 6 meses, en la mayoría de nuestro país. Si alguien que este leyendo este artículo, ha intentando adquirir una bicicleta o algún tipo de componente de recambio, habrá podido comprobar que ha sido muy difícil poder hacerlo, el mercado se ha quedado sin stock. El miedo a usar el transporte público, ante un posible contagio, ha hecho que usemos la bicicleta para nuestros desplazamientos urbanos y ese cambio deberíamos aprovecharlo para implantarlo de una manera más planificada, pues insisto, es un vehículo económico con un mantenimiento mínimo y a la vez muy saludable, hecho que también refuerza la idea de un importante ahorro en la factura sanitaria de nuestro sistema público de sanidad.
Por tanto estamos ante un gran desafío, que afecta no solo a la forma de desplazarnos en un futuro, sino también con una economía más verde, un transporte más competitivo con el uso de las nuevas tecnologías y en resumen un modelo de país más sostenible.
La nueva Movilidad ha venido para quedarse
Comparte la noticia
Categorías de la noticia