La mirada crítica de hoy va dirigida a las marquesinas de EMT. ¿Cuánto poder tiene el Concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Valencia, Giuseppe Grezzi (Concejal por Compromís, de Espacios Públicos y Movilidad, Infraestructuras y Transporte Público), para seguir endeudándose con la EMT como lo hace?
Lo último ha sido el cambio de las marquesinas de los autobuses. Hablemos de ello: De sobra es conocido el agujero económico de la EMT, con unas pérdidas netas de más de 12 millones de euros y una deuda a largo plazo de unos 88 millones de euros a finales de 2021 (según datos aportados por el concejal popular Carlos Mundina). Aparte de arrastrar el fraude de 4 millones de euros, que la empresa endosó a la directora de contabilidad cuando el único responsable, al menos político, era el propio concejal.
Estamos viendo que la EMT está llevando a cabo la sustitución de las 900 marquesinas de autobús que hay repartidas por toda la ciudad. Tanto las marrones, más antiguas modelo 2001, como las más modernas modelo Grimshaw. Podemos preguntarnos ¿qué necesidad había de cambiarlas? ¿Alguien reclamaba el cambio de esas marquesinas? ¿Existían quejas o problemas con su uso? Las marquesinas estaban en perfectas condiciones. Nadie pidió otras nuevas. Muy al contrario, si hacemos caso a las quejas vecinales, donde más carencias existen en la ciudad es en la limpieza, la movilidad y el mal estado de las calles y jardines. Ninguna queja sobre las marquesinas. Las existentes hasta hoy eran propiedad de la empresa JCDecaux que se encargaba de su mantenimiento y obtenía los beneficios de la publicidad. En contrapartida EMT cobraba un canon anual de 450.000 euros, según fuentes de la misma empresa en comunicado del 12/02/ 2021. Es entonces cuando decide rescindir el contrato alegando que “la Sindicatura de Comptes alerta que desde 1996 a 2004 la EMT no registró ningún ingreso en concepto del canon establecido en el contrato y cuyo importe se desconoce” (según las mismas fuentes). Lo que no dice es que (según fuentes de JCDecaux), entre esas fechas no se registró ningún ingreso porque no estaba previsto. La contraprestación era en especies: inversión y mantenimiento. Y que en el periodo comprendido entre el 18 de mayo de 2019 y el 17 de mayo de 2020, el canon que se cobró fue de 455.401, exactamente. Pero llevaba aparejada una reducción por la suspensión del contrato durante el Estado de Alarma, siendo por ello más bajo que el habitual.
La contrata con la empresa JCDecaux ha concluido, y en lugar de procurar una nueva negociación más favorable, se ha decidido por una inversión inicial de 10 millones de euros en marquesinas nuevas. Éstas serán propiedad del Ayuntamiento que cree haber hecho un buen negocio aumentando la deuda que tiene en la actualidad. A este gasto se ha de sumar el mantenimiento de dichas marquesinas que no será una cantidad nada ridícula. La supuesta parte buena del negocio, se cifra en la futura explotación de la publicidad. El Ayuntamiento prevé ingresar unos beneficios de 6,6 millones de euros en cinco años, por ese concepto. Esto, en lenguaje popular, es lo que todos conocemos como el cuento de la lechera. De momento se ha optado por tirarse al gasto, algo tan bien saben hacer los políticos con el dinero ajeno, aumentando el agujero económico y el endeudamiento de la empresa, que no debería extrañarnos si acaba quebrando. Si llegara ese momento ¿a quién se echará entonces las culpas de la mala gestión?
Los 10 millones iniciales destinados a la compra de nuevas marquesinas a la empresa Primur de Gijón ¿no estarían mejor gastados dando una nueva vida a las cabinas de teléfono, convertidas en una basura en medio de las calles? ¿No estarían mejor gastados sustituyendo todos los bancos de la ciudad, viejos, anticuados, rotos y de baja calidad, por verdaderos bancos de calidad, a la altura de la capital del diseño que se dice ser? ¿No estarían mejor gastados en reordenar y mejorar los jardines históricos de la Glorieta y el Parterre, que están totalmente abandonados? O, simplemente, atendiendo las quejas vecinales arriba expuestas: limpieza, movilidad, mal estado de calles y jardines. Tantas cosas hay en mal estado en Valencia, que me parece escandaloso gastarse el dinero en sustituir unas marquesinas por otras, sin hacer ninguna falta. Supongo que el señor Grezzi querrá pasar a la historia como quien diseñó la nueva Valencia (a su manera, claro). En realidad pasará como el concejal que más endeudó al Ayuntamiento y más conflictos generó con el comercio y la ciudadanía.
Pero hablemos de las nuevas marquesinas y de sus inconvenientes:
Asientos ridículamente simples y pequeños.
El techo plano, lo que presagia la retención de agua de lluvia.
No existe ninguna barra de apoyo o sujeción, o te sientas o estás de pie.
No existe aireación superior ni trasera.
Las dos paredes laterales cierran demasiado el espacio y dan sensación de agobio y de difícil escape.
El diseño es simplista y vulgar tanto por el diseño como por su color rojo.
Y una última pregunta, retórica, como todas las anteriores. Por qué no se consultó por medio de eso que llaman pomposamente ellos mismos “participación ciudadana” si nos importaba mantener las marquesinas existentes o era mejor cambiarlas por otras nuevas que nos iban a costar 10 millones de euros. No espero respuesta, claro. Solo quería dar las gracias al señor concejal de Movilidad por su inteligente gestión en todos los proyectos de su departamento. ¡Gracias signore Giuseppe Grezzi!
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