Chelo Poveda La democracia representativa se fundamenta en un pueblo soberano que elige a sus representantes. Elegimos de forma libre y secreta en elecciones a quienes nos representan y del resultado de esas elecciones surgen los gobiernos. Así, el gobierno de Unidad Podemos y PSOE, en contra de todo el discurso de la derecha, goza de toda la legitimidad democrática de nuestro sistema. Los problemas de nuestro país, históricamente, provienen en mayor medida de quienes gobiernan desde posiciones democráticamente ilegítimas. Todas sabemos de quienes hablamos: Ibex 35, eléctricas, patronales... que sin presentarse a unas elecciones las llevan ganando 40 años de democracia y otros tanto de franquismo.
El último de los ejemplos de estos gobernantes antidemocráticos lo hemos sufrido con la energía. Ante el alza de precios, en parte provocada por el alineamiento acrítico de la UE con EEUU y su guerra fría con la Rusia dueña del gas, nosotras, desde Podem, hemos propuesto por activa y por pasiva que se puede intervenir. En seguida han llegado las voces de los agoreros liberales: Europa no nos deja intervenir en el mercado (mentira), hay que bajar los impuestos (la receta de siempre, las empresas energéticas a ganar y los servicios públicos a perder). Pues bien, como hemos visto, se puede.
El gobierno, empujado por la presión de Podem, porque no les debemos nada a las eléctricas y se lo debemos todo a la gente, ha dado un segundo paso para abaratar la factura. Primero, el ministro de Consumo Garzón consiguió bajar el IVA de la energía con el voto en contra de la derecha que "siempre" quiere bajar impuestos. Bajado el IVA, el más regresivo de los impuestos sobre todo en los bienes de primera necesidad, ahora hemos impulsado un nuevo paquete de medidas. Los beneficios extraordinarios, los caídos del cielo, servirán para financiar la factura de la luz de aquí en adelante. Las eléctricas, esas empáticas empresas carentes de legitimidad democrática, no están de acuerdo con las nuevas normas y han amenazado con cortar la producción; es decir, nos amenazan a ti y a mí con no respetar nuestra soberanía porque la única soberanía que reconocen es la del dinero, la del oscuro poder que siempre han detentado. Un chantaje inaceptable, y, además, ahora sí, que las normas no permiten. Y ojo, que, si cumplieran su amenaza, nosotras tenemos el BOE y la ley de nuestro lado. Ya sé intervino ante la huelga de controladores y se podría intervenir si las eléctricas dejan de producir y ponen en riesgo la economía y la salud de las personas.
Las cosas han cambiado, la democracia vuelve a coger aire limpio, vuelve la soberanía a las manos de la gente. Sigue siendo necesaria una reforma total del mercado eléctrico, desde la generación, pasando por la distribución y acabando con la comercialización; sigue siendo fundamental una empresa pública que llegue allí donde sea necesario, es decir, a todo lo público y a los hogares más vulnerables; es del todo imprescindible una apuesta por la energía limpia y renovable. Y para esto, compañeras y compañeros, frente a los poderosos escondidos en las sombras de las acciones del Ibex 35 y las energéticas, solo nos sirve la legitimidad democrática de las urnas y ese espíritu rebelde de luchar, porque se puede.
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