Jaime Navarro. /EPDA Es tendencia estos días post Halloween, en redes sociales, los cuentos aterradores de la reaparecida, que no resucitada, "abuelita cebolleta" y de Jorge Javier Vázquez, sobre la muy perversa y "femme fatale" de Ayuso.
Qué a ver si por fin os enteráis madrileños... Qué no hay manera, diantre... qué ni contandoos cuentos ni parábolas, al mejor estilo de Monseñor Escrivá de Balaguer, os vais a coscar de qué esta hechicera Isabelita os va a llevar directitos al matadero. Qué vais a acabar sin escuelas, ni hospitales, ni maestros, ni galenos... Vamos, que os vais a ver a dos velas y hasta sin bragas... y sin el consuetudinario chocolate con churros de los domingos por las mañanas.
Qué es por esto que nuestros más insignes intelectuales/as, gracias a Dios siempre de guardia, y que dan título y lustre a este artículo, tienen que salir y abandonando sus múltiples y tan fecundas obligaciones, jugarse como siempre valerosamente el tipo ante las élites capitalistas internacionales, para ver si os desasnais de una puñetera vez y Sánchez y su docta tropa pillan al fin algo de cacho en los "putos" madriles. Que ya está bien de tanto votar y votar a esta maldita bruja...!
Pues, como también muy acertadamente apunta J.J. Vázquez, ahorita mismo ya no se puede distinguir a Madrid de Venezuela. Razón poderosa por la cual casi todos los llanitos que huyen de su benefactor Maduro recalan en el poblachón manchego. Así nada echan de menos. Todo son ventajas, como vemos.
Elevadas y generosas advertencias pues de nuestros más destacados, destacadas, intelectualidades patrias, que esta vez si harán mella en los averiados cerebros cayetanos de los desafortunados empadronados en la capital del Reino. A diferencia de lo que ocurrió con aquella sagaz campaña de sobrecitos con balas y navajita ensangrentada y todo, que tanto éxito tuvo sin embargo en la anterior campaña de "ya es primavera en El Corte Inglés..."
Pues eso.
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