Stephane Soriano. EPDA. El 5 de julio será una fecha que recordaré para siempre. El 5 de julio, se hacía justicia después de seis meses de sufrimiento personal y familiar tras las denuncias infundadas del PSOE y Ciudadanos contra mi persona por unos supuestos delitos que nunca cometí pero que estos grupos con el apoyo y complicidad de Compromis y el aliento de Millorem denunciaron a sabiendas que no había cometido ningún delito con un único fin, orquestar una campaña de acoso y derribo personal y política contra mi persona. Ese lunes 5 de julio eran las 21:11 cuando a través de un mensaje en mi WhatsApp, me decían: “te comunique també que fiscalía ha arxivat la causa”.
Así se despachaban 6 meses de ataques, de difamaciones y de mentiras por parte de quienes sabían perfectamente que no había actuado de manera irregular. Lo primero que hice es llamar a mis padres para decirles que estuvieran tranquilos y al otro lado del teléfono solo pude escuchar como mi madre, entre lágrimas, me decía que me quería.
He vivido meses de angustia, de vergüenza no me da miedo decirlo, de sentimientos encontrados, momentos de soledad y de sentirme bajo la lupa constante de la sospecha aún sabiendo que no forma parte de mi condición humana actuar en contra Benaguasil ni movido por el interés personal.
Siempre he defendido que mis actuaciones fueron correctas y legales con el único propósito de intentar darle a Benaguasil una oportunidad de poder tener oportunidades.
En todos estos meses, nunca he dejado de lado mis compromisos con la ciudadanía, siempre he dado la cara y he seguido intentando estar al pie de cañón porque no entiendo el servicio público sin el compromiso personal de poder ayudar a los demás para mejorar la calidad de vida.
Llegados a este punto, no espero nada de quienes montaron su particular sarao para intentar lapidarme en plaza pública y hacerme renunciar. No puedo esperar nada de quienes aún a sabiendas que no había nada, lo intentaron todo para que me fuera.
No puedo esperar nada de aquellas personas con las que intenté buscar el consenso en los momentos más cruciales de la pandemia y que sin embargo, pensaron que arrojando la sombra de la duda saldrían ganando su particular batalla.
Se lo pude decir mirándolos a los ojos hace unos días, no espero nada de ellos. Ni yo ni mi familia esperamos nada, ni tan siquiera que pidan disculpas con la misma fuerza que salieron en los medios de comunicación a tratarme de no se cuantas cosas que el tiempo y la Fiscalía han acabado desmontando.
De la misma manera que he aprendido durante estos seis largos meses a no esperar nada de nadie, también he aprendido a ser paciente para llegados a este momento, levantar la cabeza y decirles a la cara tras el archivo de la Fiscalía, que mentían y lo sabían.
Quiero acabar este artículo de opinión dando las gracias en nombre de mi familia y en el mío propio a todas las personas que se han interesado por mi estado durante todo este proceso. Nunca podré tener suficientes palabras de gratitud por vuestras muestras de cariño y afecto. De corazón, Gracias.
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