El director del Museo de Bellas Artes de València, Pablo González Tornel. EFE/Manuel Bruque PREGUNTA:
¿De dónde le viene ese interés por el arte religioso y el barroco?
RESPUESTA:
Mis padres pusieron mucho empeño en que viajáramos por España y con ellos
visitábamos iglesias, catedrales y monasterios, que me fascinaban. Desde muy
pequeño tuve claro que quería estudiar Historia del Arte. Fui una anomalía en
mi casa: mi padre es arquitecto y mi madre matemática, pero yo opté por las
humanidades puras.
P:
¿Era el empollón de la clase?
R:
Siempre me ha gustado estudiar y he sacado muy buenas notas. En verano, como
premio, mis padres me llevaban a la librería París-Valencia para que me
comprara los libros que quisiera, aunque a los 16 años tal vez hubiera
preferido una moto, ja ja.
P:
¿Cuándo surgió la relación afectiva que tiene con Italia?
R:
Estudié la carrera de Historia del Arte en València, pero el último año lo
cursé en Génova y empezó mi vocación italiana y mi relación tanto profesional y
académica como afectiva con ese país.
P:
Dio su primera clase con 23 años ¿sus alumnos le tomaban en serio?
R:
Tenía casi la edad de mis alumnos y entonces llevaba una melena rizada casi
hasta el codo. Lo bueno que tiene el subir a una tarima tan joven es que no
eres muy consciente de las cosas, tampoco tienes los resortes para percibir si
te están tomando en serio o no. Vives en el miedo continuo de haberte
equivocado de carro de diapositivas, pero disfrutas de la docencia con una
inocencia que los adultos, a veces, ya no tenemos.
P:
¿En esa época todavía se daban clases con diapositivas?
R:
Sí, yo acumulé infinidad. Una de mis aficiones es y ha sido la fotografía de
arquitectura y durante mucho tiempo me dediqué a tomar las imágenes que luego
emplearía en clase. Me han acompañado en muchas mudanzas. En la última, cuando
ya tenía digitalizado prácticamente todo, decidí que había que desprenderse de
ellas.
P:
Si ve a un visitante en el Louvre haciéndose un selfie frente a la Gioconda y
pasando de largo por el resto de las salas, ¿qué piensa?
R:
Tengo una tendencia autoimpuesta a no juzgar. Lo da la edad y el ser profesor.
Te acostumbras a ser capaz de convivir con personas que piensan distinto a ti y
a maneras diferentes de disfrutar del arte. Si hay personas a las que un cuadro
les sugiere hacer un baile y un TikTok, mientras sea respetuoso con los demás y
con la conservación de las obras de arte, para mí es muy libre de hacerlo.
P:
¿La primera obra de arte que le impactó cuando se puso frente a ella?
R:
Viví dos situaciones de 'síndrome de Stendhal' muy agudo en Florencia con 21
años. Recuerdo la entrada a la Galería de la Academia, en la sala donde está el
David de Miguel Ángel y la sensación de opresión en el pecho conforme iba
avanzando. Lo viví con mucha intensidad y lloré. La segunda fue en la Galleria
degli Uffizi. Botticelli, para cualquier estudiante de arte, tiene un aura y
fascinación especial e inexplicable, y cuando me encontré con "La Primavera"
también rompí a llorar.
P:
No tiene redes sociales, ¿no se plantea ser un "influencer" del arte?
R:
Nunca he tenido redes sociales, primero por desinterés y después por una
decisión consciente ante la sobreexposición que tienen algunas redes aparejada.
Me lo han sugerido, pero a estas alturas no creo que cambie de opinión.
P:
¿Es coleccionista de algo?
R:
De grabados, porque es el arte de calidad de la época que estudio que me puedo
permitir. Por suerte, los viajes que he realizado me han permitido tener una
pequeña colección de grabados muy seleccionados de los siglos XVII y XVIII,
pero no soy un comprador compulsivo.
P:¿Practica
algún deporte?
R:
No se me han dado nunca bien los deportes de equipo, así que me he dedicado más
a mantenerme en forma en el gimnasio. Con la pandemia empecé a hacer deporte en
casa y cuando llegó cierta normalidad había desarrollado mi propia rutina
casera. El hecho de trabajar en el museo me permite también desplazarme en
bicicleta.
P:
¿Es de series o películas?
R:
Soy de los muchos que se rindió a 'Juego de tronos', también a 'Los Tudor',
'Vikingos' o 'Versalles'. Pero soy más de películas, de cine clásico americano,
el de los años 30 a 50. Y si he de elegir un director, de George Cukor.
'Historias de Philadelphia' es para mí probablemente la mejor película que se
ha hecho en la historia del cine. Y me fascina el musical de Hollywood más
clásico.
P:
¿Y en géneros literarios?
R:
Leo mucho sobre arte en mi vida diaria, así que en mi tiempo libre tiendo a la
literatura de evasión. Devoro los libros de mi compañero de universidad
Santiago Posteguillo y los de Valerio Massimo Manfredi. En el otro extremo,
para reírme, adoro las novelas de la escritora irlandesa Marian Keyes.
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