Amparo Sampedro No va a ser fácil salir ilesos de esta campaña electoral interminable e infame, a la que el PP nos lleva sometiendo desde que el presidente M. Rajoy perdiera la moción de censura en junio de 2018; y el mismo partido perdiera estrepitosamente dos convocatorias electorales consecutivas en 2019.
Más de cuatro años en permanente estado de crispación que ha quebrado (también) el sosiego necesario que debe respirarse en las instituciones.
Como ciudadanas y como ciudadanos, no va a ser fácil salir indemnes de la batalla desoladora que el PP emprendió contra nuestra condición de ciudadanía, y que sigue alentando a diario desde posiciones que rayan el insulto a la inteligencia de la mayoría. Una mayoría que, en mi opinión, formamos personas progresistas y conservadoras, monárquicas y republicanas, creyentes, agnósticas y ateas. Personas de carne y hueso, que, incluso desde posiciones ideológicas diferentes, aborrecemos el panorama devastador y ficticio que se empeñan en mostrarnos.
No va a ser fácil desprendernos de esa pátina de visceralidad que ya lo ensucia todo; de la incontinencia verbal y escrita en redes sociales, en tertulias o en las cabeceras de muchos medios; de los furibundos ataques en sede parlamentaria y fuera de ella. De la manipulación. No va a ser fácil parar y pensar. O pensar que hay que parar. Pero hay que hacerlo.
Salir sanos y salvos de todo esto no será fácil, pero es necesario intentarlo.
Somos un país extraordinario. Somos un ejemplo en Europa y por eso somos el primer país de la UE en recibir sus fondos extraordinarios; hemos conseguido amortiguar una calamidad como la pandemia de la Covid y hacer frente a las consecuencias de la erupción de un volcán, también inesperada. Como país, hemos sacado adelante propuestas propias que la UE y muchos de sus estados miembros han compartido, en medio de una guerra que se sigue librando en territorio europeo.
Entre todos hemos conseguido aliviar una parte de la inquietud que nos atenazaba. Y todo, con la perversa actuación del principal partido de la oposición que tanto Casado -anterior presidente del PP- y Feijóo -su actual presidente-, han desplegado para que todo lo anterior fracasara.
No hay lealtad de país ni altura de Estado posible que puedan explicar las acciones de Casado y de Feijóo. Ni antes ni ahora.
¡Ya está bien!
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