Juan Benito Rodríguez Manzanares. /EPDA
Esta construcción es muy singular en todos los sentidos, y el
primero sin lugar a dudas, es denominarla como «castillo», pues con
este nombre se suele designar a las construcciones, habitualmente de
la Edad Media, donde vivía un Señor feudal. Pero en el Castillo de
San Fernando, nunca vivió un Señor feudal, es más, las
instalaciones están diseñadas como un acuartelamiento para que en
ellas vivieran los militares que tenían que defender esa plaza. Es
por ello que más que un castillo, sería una fortaleza, un fuerte
fusilero o un cuartel, y un nombre quizá más adecuado, sería
Fortaleza de San Fernando.
Otra curiosidad de este castillo/fortaleza es su nombre, pues lo más
habitual es que el castillo tome el nombre de la población que lo
acoge o puntualmente el de algún santo, pero en esta ocasión no es
así, y adquiere el nombre del rey Fernando VII de España
(1784-1833) llamado «el Deseado» o «el rey Felón», quien tras su
abdicación en las llamadas las «Abdicaciones de Bayona», renunció
al trono de España en favor de Napoleón Bonaparte (1769-1821),
quien le cedió el reino a su hermano, reinando este con el nombre de
José I Bonaparte (1786-1844).
El castillo se encuentra al oeste de Alicante en el mismo corazón de
la ciudad, en un cerro llamado, Monte Tossal, el cual también es
conocido como el Cerro de San Fernando.
El castillo/fortaleza fue construido en el transcurso de la Guerra de
la Independencia contra los franceses, que se extendió desde 1808
hasta 1814. Exactamente, se tiene constancia que se comenzó su
construcción en 1809 y se concluyó la misma en 1813, siendo uno de
los pocos castillos que se construyeron en el siglo XIX.
El proyecto de la obra fue del Mariscal de Campo, subinspector de
ingenieros militar y en ese momento Comandante de la Plaza de
Alicante Pablo Ordovás Sastre (¿?-1832), participando todo el
pueblo en la construcción del mismo. El castillo concluyó su
construcción en un tiempo récord, y ello llevó a que la misma
tuviera algunas fallas de construcción, cosa que pocos años después
de su construcción condujo a presentar unas serias grietas y algunos
desperfectos diversos.
Esta fortaleza se construyó con el ánimo de contener y repeler
cualquier invasión napoleónica, apoyar al Castillo de Santa Bárbara
y, que llegado el momento funcionara como una cárcel para los
prisioneros franceses, pero la verdad es que nunca tuvo su
oportunidad y nunca pudo cumplir con la finalidad para la que fue
construido, pues Alicante nunca fue tomada por los franceses, aunque
sí hubo algunos intentos.
El 16 de enero de 1812, desde la zona de Altozano las tropas
napoleónicas bombardearon Alicante sin que las obras de construcción
de la fortaleza hubieran concluido, pero este asedio tan sólo duró
un día ya que el general Louis Pierre Montbrun (1770-1812) y sus
tropas, fueron requeridos para apoyar la invasión a Rusia, que
acaeció entre el 24 de junio y el 18 de diciembre de 1812. Unos tres
meses después de ese ataque, los franceses volvieron a intentar
conquistar la ciudad, pero estos fueron repelidos, que no derrotados,
en la batalla del Cerro del Calvario, que acaeció en el municipio de
Muchamiel, a unos 12 km. de Alicante. Y tras estos intentos de los
franceses por conquistar Alicante, se aceleró la finalización de la
fortaleza de San Fernando. Pero la verdad es que el ejército francés
ya nunca más volvió a intentar conquistar Alicante.
En 1939, al final de la Guerra Civil Española, esta vez sí que
sirvió el castillo como prisión para los presos republicanos,
cumpliendo esta función tan sólo hasta final de ese año.
El castillo/fortaleza, con unos muros más bajos que los de un
castillo, pero muy robustos, tiene un trazado bastante irregular,
pues debía de adaptarse a la orografía del Monte Tossal. Posee dos
baluartes, uno de forma poligonal al norte de la construcción,
frontera en la que se excavó un foso por no ser una zona muy
escarpada. Y otro baluarte circular con forma troncocónica en la
parte sur, al que se ha apodado el «yogurt», y ambos están unidos
por unas cortinas de trazado quebradizo. También tiene otros dos
medios baluartes, mas un tercero de reducidas dimensiones en los
frentes más vulnerables del monte.
La fortaleza en el interior, cuenta con bóvedas a prueba de fuego,
una cisterna que era lo suficientemente grande como para abastecer de
agua a todos los militares del acuartelamiento durante varios días
y, como ya he citado, las dependencias para los militares que debían
vivir en la fortaleza.
La puerta principal es sencilla pero llamativa, pues flanqueando la
misma se alzan dos jambas, las cuales sustentan en lo alto sendos
leones de no muy grandes proporciones, sentados sobre sus cuartos
traseros y con la boca ligeramente abierta. Hay historiadores que
estiman que estos leones no pertenecen a la construcción original,
sino que fueron añadidos posteriormente. A esta puerta se llega por
un camino zigzagueante, en varios tramos de rampa.
El castillo de San Fernando tuvo unos años en los que realmente
estuvo en un estado de total abandono, y como consecuencia de esto,
se fue deteriorando más y más. Pero, en 2018 se rehabilitó el foso
para acoger eventos culturales, y en 2020 se iniciaron las obras de
una gran restauración global.
En la década de 1990, en la ladera del cerro se construyó un parque
temático, el cual incluía poder navegar en barcas, pero tuvo que
ser clausurado y desmantelado porque se producían corrimientos de
tierra. En la actualidad, en la falda del cerro se encuentra el
Parque Monte Tossal en el que encontramos pistas deportivas, un mini
golf, pista para monopatines, pistas para patinar, un rocódromo,
pistas de petanca, monumentos, una zona de bosque, jardines, una sala
polivalente… y, además, un espacio temático que reproduce las
distintas geografías y morfologías de la Comunidad Valenciana.
El castillo de San Fernando, en 1949 fue declarado monumento del
Patrimonio Histórico Español, y en 2001 fue declarado BIC (Bien de
Interés Cultural).
Mas, algo que penaliza la belleza e historia del entorno, son las
altas y feas antenas de comunicaciones que han colocado en el
interior de la fortaleza.
Alicante es sinónimo de una historia singular.
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