La concesión de beneficios penitenciarios por buena conducta a violadores y asesinos en serie siempre ha sido objeto de un intenso debate público. El caso de Joaquín Ferrándiz, conocido como 'el estrangulador de Castellón', quien fue puesto en libertad condicional hace 30 años y aterrorizó a la provincia con sus fechorías, ejemplifica los peligros inherentes a esta práctica.
En 1989, Joaquín Ferrándiz fue condenado a 14 años de prisión por el delito de violación. Sin embargo, en 1995, tras cumplir una parte de su condena, obtuvo la libertad condicional. Pocos meses después, Ferrándiz cometió una serie de crímenes en los que se le vinculó con cinco asesinatos y violaciones en las localidades de Benicàssim, Castellón de la Plana y Onda. La fiscal encargada del caso solicitó que el Estado fuera declarado responsable civil alegando negligencia por haberle concedido la libertad condicional sin una adecuada evaluación del riesgo. Sin embargo, los jueces desestimaron esta petición.
La libertad condicional que facilitó nuevos crímenes
Joaquín Ferrándiz Ventura nació en Valencia el 9 de diciembre de 1963, y se trasladó con su familia a Castellón poco después. La muerte de su padre a los 17 años lo obligó a trabajar para ayudar económicamente a su familia. A pesar de no contar durante su infancia con un historial de traumas psicológicos, Ferrándiz comenzó a desarrollar una perturbadora fascinación por el sometimiento y la dominación, una fantasía que lo llevaría a cometer actos de violencia extrema.
El 6 de agosto de 1989, cometió su primer delito. Joaquín Ferrándiz atropelló intencionadamente a una motociclista, causándole una fractura de tobillo. Aprovechándose de la situación, el estrangulador de Castellón se ofreció a llevar a su víctima al hospital, sin embargo, sus intenciones eran otras: Ferrándiz condujo a la joven a un descampado, donde la agredió sexualmente.
Tras consumar su acto, abandonó a la joven a su suerte. Afortunadamente, un testigo presencial del accidente identificó al agresor, y la mujer presentó una denuncia, lo que llevó a la condena de Joaquín Ferrándiz a 14 años de prisión. Este primer delito ya mostraba los patrones de conducta que marcarían su futuro como depredador sexual: la premeditación, la violación y la frialdad.
Tras obtener la libertad condicional por buen comportamiento después de cumplir únicamente seis años de condena, Joaquín Ferrándiz regresó a Castellón de la Plana, donde encontró un empleo en una compañía de seguros. Sus compañeros de trabajo lo describieron como una persona "normal".
Sin embargo, los fines de semana se transformaba en un depredador sexual, acechando a sus víctimas en las zonas de ocio cercanas a la ciudad. Su 'modus operandi' reflejaba una cuidadosa planificación y una escalofriante doble vida, donde la fachada de normalidad ocultaba una mente criminal.
La carrera criminal de Ferrándiz
La noche del 2 de julio de 1995 marcó el inicio de su carrera como asesino en serie. Joaquín Ferrándiz, eligió como su primera víctima a Sonia Rubio Arrufat, una profesora de inglés de 25 años. La joven, tras pasar la noche en una discoteca de Benicàssim, decidió regresar a pie al apartamento de sus padres, ubicado a un kilómetro de distancia.
Sonia Rubio nunca regresó a su hogar. Su cuerpo sin vida fue descubierto el 20 de noviembre por un conductor, oculto entre unos arbustos cerca de la carretera que conecta Benicàssim con Oropesa del Mar. La víctima se encontraba parcialmente vestida, con las manos atadas y la boca sellada con cinta adhesiva, indicios que apuntaban a un violento homicidio y muerte por asfixia.
Las tres siguientes víctimas fueron un blanco fácil para Ferrándiz: prostitutas. Entre agosto y septiembre de 1995, asesinó a Mercedes Vélez, de 25 años (quien había sido novia de su hermano mayor), Francisca Salas y Natalia Archelós, ambas de 23 años. El asesino aprovechó la vulnerabilidad de estas mujeres, captándolas en una zona de Castellón conocida por su actividad sexual comercial. Los cuerpos de las tres mujeres fueron hallados a principios de 1996, a orillas de un río cercano a Villarreal.
El 14 de septiembre de 1996, Joaquín Ferrándiz perpetró un nuevo crimen. La víctima, Amelia Sandra García Costa, una trabajadora de 22 años empleada en una fábrica de medias, fue atacada con un modus operandi similar al de Sonia Rubio. El cuerpo de Amelia Sandra, parcialmente vestido y con las manos atadas, fue descubierto el 19 de febrero de 1997 en un estanque de Onda. La similitud en las características de los cinco homicidios llevaron a los investigadores a establecer una conexión directa entre ambos casos.
La caída del estrangulador de Castellón
En febrero de 1998, 'el asesino en serie de Castellón' intentó atacar a otra conductora, pero ésta logró defenderse y escapar. La joven proporcionó a la policía una descripción detallada de su agresor y parte de la matrícula de su vehículo. Con estos datos, las autoridades organizaron una operación de vigilancia sobre Joaquín Ferrándiz.
Durante el seguimiento, la Guardia Civil observó que el sospechoso frecuentaba una zona de discotecas y clubes nocturnos. Su comportamiento resultaba extraño, ya que parecía acechar a varias mujeres, como si estuviera buscando a su próxima víctima.
En julio de 1998, un nuevo intento fallido de violación puso en alerta a la Guardia Civil, que lo detuvo tras otro ataque frustrado. En esta ocasión, Joaquín Ferrándiz desinfló la rueda del coche de una joven antes de que ella saliera de un club nocturno cercano. Como consecuencia, la víctima sufrió un accidente, pero Ferrándiz no logró secuestrarla como había planeado.
Este incidente fue presenciado por agentes de la Guardia Civil vestidos de civil, quienes, tras reunir pruebas, arrestaron al asesino en su oficina el 29 de julio. En un registro simultáneo de su vivienda, encontraron las cintas adhesivas que utilizaba para amordazar a sus víctimas mortales.
Joaquín Ferrándiz confesó sus fechorías y también los crímenes de varias trabajadoras sexuales, por los que un camionero había sido detenido injustamente y encarcelado durante unos meses.
Media vida entre rejas
Los fiscales solicitaron una pena de 163 años de prisión y recomendaron que Joaquín Ferrándiz Ventura nunca pudiera acceder a la libertad condicional. Además, exigieron una indemnización de 200 millones de pesetas para compensar a los familiares de sus cinco víctimas.
El 14 de enero de 2000, Ferrándiz fue declarado culpable de cinco asesinatos, un intento de homicidio y un delito de imprudencia con resultado de lesiones. El 'estrangulador de Castellón' fue condenado a 69 años de cárcel y a indemnizar a las familias con 130 millones de pesetas. Sin embargo, el Estado fue absuelto de cualquier responsabilidad.
Tras pasar más de media vida entre rejas, Joaquín Ferrándiz Ventura fue puesto en libertad el 22 de julio de 2023. En sus declaraciones, aseguró que se marcharía al extranjero y que no regresaría a Castellón por respeto a los familiares de sus víctimas. "Me voy al extranjero para no molestar a nadie y rehacer mi vida", afirmó sin dar más detalles.
La inminente liberación del mayor asesino en serie de Castellón había generado inquietud entre los ciudadanos desde finales de 2022, cuando Ferrándiz comenzó a recibir permisos penitenciarios. A día de hoy, su paradero sigue siendo desconocido.